domingo, 16 de abril de 2017

Construcción del Conocimiento



El tránsito de una concepción de ciencia acabada y concluyente a otra cuyas pieles se rehacen sobre la base de la deconstrucción, construcción y reconstrucción del conocimiento, está íntimamente relacionada con el surgimiento y consolidación de conceptos y praxis que emergen de la propia dinámica de la realidad humana; así como de la revelación de correlatos fenoménicos del mundo psicofísico.
En este sentido, asistimos a la interpretación de estas dimensiones haciendo alianzas con diversas perspectivas de pensamiento para aproximarnos a una noción de develamiento de la <<verdad>> o <<realidad>> sobre, por ejemplo, la infinitud del ser en un mundo finito y las imperfecciones humanas en un mundo perfecto; estos dos razonamientos están en el centro de la angustia humana y matizan ideas más existencialistas referentes a la nada, el temor a lo desconocido y la necesidad de trascendencia del ser.
Internarse en el análisis y comprensión del concepto nos llevará, seguramente, a puntos de encuentro y distanciamiento entre una gradación de concepciones que, guiados por una intrínseca necesidad filosófica, han abordado el estudio del conocimiento y pensamiento humano.
De esta forma, acudimos a los pensamientos de Popper y Sartre para armonizar los compases de esta narrativa y conciliar visiones antagónicas, si fuera el caso, sobre la geografía del concepto, los determinismos y relatividades que imponen al pensamiento.
Por un lado, Popper alegaba que <<el aumento del conocimiento dependía de la existencia del desacuerdo>>. Esta premisa puede ser un punto de arranque para validar cualquier aproximación a la estructura del pensamiento pero, además, para complejizar, mediante un proceso doble de convergencias y divergencias, sobre la multidimensional realidad humana. Por otra parte, Sartre argumentaba que <<cada hombre es lo que hace con lo que hicieron de él>>; esta frase nos marca, aún más, este recorrido reflexivo. 

Debemos convenir que el ser humano, desde su niñez, recibe conceptos (objetos mentales) y teorías que no le son propios pero que determinarán su praxis humana futura. Este es el caso del lenguaje, por ejemplo, una cadena estructurada de códigos significantes que permite, por intermedio de sus significados, la interrelación social y la comprensión de nociones humanas básicas como la libertad y el respeto, entre otros.
Desde estos razonamientos convengamos que las partes que estructuran la realidad del todo contienen tanto conocimiento como el todo mismo y, por otra parte, aceptemos que la dinámica de la naturaleza humana invita, en movimiento perpetuo, a un difícil camino de acercamiento y exploración de lo que interpreta como <<verdad>> desde un sistema complejo de códigos, aparentemente estructurado pero definitivamente inacabado y coligado con significaciones heredadas.
Una perspectiva contemporánea del concepto -y su teorización- nos llevará a asumir como herramienta de discernimiento una noción epistemológica, translógica  y compleja que nos garantizará dos posibles reflexiones:  
a) el pensamiento individual es un sistémico compilador de elementos contradictorios y ambiguos, y  b) la realidad del mundo psicofísico es un todo indisociable.
Esta última consideración presupone, desde una dialógica reflexiva, que los objetos del pensamiento conforman una realidad integral y su comprensión no la alcanzamos mediante segmentadas parcialidades, ni asumiendo una postura investigativa con signos de aislamiento científico, sino por intermedio de la aprehensión de objetos conceptuales muchas veces difusos y abstractos pero siempre reveladores de la metamorfosis humana.
En el ámbito del empirismo conceptual y el empirismo no conceptual, las reflexivas sobre la formación del concepto péndulan hacia una idea central: la constitución de entidades mentales mediante los estímulos del entorno y la participación de las capacidades perceptivas del ser para develar la realidad y sus verdades. Para el empirismo conceptual de Prinz (2002), el concepto se fundamenta en un complejo interrelacionado de representaciones perceptivas y mecanismos detectores; sin embargo, el empirismo conceptual se desliga de concepciones anteriores que endilgaban cierto carácter de abstracción e independencia a las representaciones mentales que estructuran el concepto.
 El quid del innatismo y el empirismo, en cualquier caso, ha sido y radica en cómo ordenar y armonizar los conceptos para la composición de una estructura de verdades que llamamos pensamiento, fundamentando la adquisición de conceptos en las propiedades del medio interno representable por el individuo; el entorno externo, en estos casos, es solo una pieza en este tablero, en tanto sus estímulos puedan ser decodificables por el complejo perceptivo humano.
Hacer el ejercicio de adentrarnos en una perspectiva dialógica de la teoría y praxis del concepto, traslada indefectiblemente nuestra atención hacia el medio externo: el contexto en el que el ser construye su autoconcepto e interactúa -y se sintoniza- con una compleja red de conceptos sobre los fenómenos de la vida humana. En este sentido, es conveniente posicionarnos del medio socio-cultural en el que la generalidad humana construye, deconstruye y reconstruye objetos significantes y elabora significados. Este ejercicio nos revela una panorámica distinta, en la que los conceptos surgen y se relacionan íntimamente con teorías y praxis sociales.
Este es el caso, por ejemplo, del lenguaje verbal a través del cual adquirimos y elaboramos conceptos que, prontamente, se convierten en un sistema de representaciones que van a constituir cualquier formación conceptual posterior. Sin embargo, convengamos que el lenguaje, en sí mismo, es una plataforma de conceptos heredados, del que no tenemos pleno dominio en sus orígenes, y que es impuesto por el entorno socio-cultural en el que interactuamos. De tal manera que hacernos del uso de la palabra verbal, y escrita, es una preclara manifestación de las influencias del entorno social en nuestra estructura conceptual.
Esta interpretación dialógica, sobre las teorías del concepto y su praxis, subsume al campo de la interacción humana, donde cohabitan pensamientos de diversos actores sociales y aquellos aspectos clave que les aproximan y distancian, para modelar esa unidad de representación mental a la que hemos denominado concepto. Es así como desde el pensamiento de Frege, Dahlberg, Hjørland, Tennis y Sutton, por mencionar algunos autores en este campo, el concepto es asumido como una unidad de conocimiento cuya representación mental permite comprender los fenómenos que emergen de la realidad, otorgándoles valor sustantivo mediante la significación e integrándolos en categorías que estructuran, finalmente, al conocimiento.
Desde la Teoría Conceptual de Frege (1891), se precisa al concepto como una unidad funcional. Sin embargo, el autor endosa al concepto cierta naturaleza de indefinición y recurre a la evocación de ideas, por ejemplo, y a unidades formadas de conocimiento, para concretar la verdad que subyace en el objeto mental significante. Esta unidad mental está dotada por propiedades objetivas e intersubjetivas que, gracias a las fortalezas y limitaciones de la naturaleza humana, se traducen en elementos significantes que serán reinterpretados y reconstruidos por los actores sociales en sintonía con las influencias del relacionamiento nómico entre la mente y el mundo.
A esta interconexión nómica se suma la Teoría Conceptual de Fodor (1999), para sostener un cuerpo de argumentaciones sobre el concepto, en tanto objeto de representación mental. En este sentido, Fodor propone una Teoría Representacional de la Mente que considera a las representaciones mentales como unidades transportadoras de contenidos intencionales de significados. De esta forma, el concepto se revela, en sí mismo, como una individualidad mental y se “acomoda”  a una red de categorías que se expresan de manera pública y rutinaria.
Las teorías del Concepto mencionadas, en este breve recorrido, consideran que el conocimiento se constituye mediante el ensamblaje de los mismos, más allá de las divergencias sobre su origen, su destino y los factores internos y externos que intervienen en la conformación de su estructura, los autores -y sus teorías- perciben al concepto como una unidad funcional cuya representación mental guarda proporcionalidad con las variables de significados implícitos y explícitos de su entorno.
En este universo de interpretativas, el protagonismo estelar de la perspectiva fenomenológica-hermenéutica de Gadamer y Dilthey, y la potente presencia del pensamiento de Ricoeur, nos han aproximado a una nueva panorámica de consideraciones sobre el concepto, que se sostiene en la metaforización.  En este línea de ideas, George Lakoff y Mark Johnson (2004), se desprenden de las causas de donde emergen los conceptos para adentrarse en la transmisión de los mismos por intermedio de la metáfora y la significación libre que el individuo otorga al mensaje para, a partir de allí, crear una genuina interpretación de la realidad y revelar otra línea de significados sobre los fenómenos del mundo psicofísico.
Al final convengamos que esas aproximaciones conclusivas, creadas desde el universo interpretativo humano pero también erigidas mediante signos heredados, se presentan como una alianza entre sujetos para tangibilizar <<algo>> (concepto) que subyace en el pensamiento y que se convertirá en elemento estructurante del conocimiento y en disparador de la actividad humana. Es decir, asistimos a una vívida construcción metacognitiva de formas teorizantes, a una perpetua representación de significantes y a una inquebrantable praxis del concepto. 

REFERENCIAS


Arboit, A. (2012). El proceso de (re)construcción de la teoría del concepto
en el ámbito de la organización del conocimiento: una visión dialógica
. SCIRE.
[Documento en Línea]. Disponible: http://www.ibersid.eu/ojs/index.php/scire/article/viewFile/3962/3714 [Consulta: 2017, abril 16]
Bueno, G. (1975). Teoría & Praxis. Universidad de Oviedo. [Documento en Línea]. Disponible: http://fgbueno.es/med/dig/gb75tp.pdf [Consulta: 2017, abril 15-16]
      Fodor, J. (2008). Representación preconceptual. Trad. Serrano, N. Oxford: Clarendon Press.
Fodor, J. (1999). Conceptos. Gedisa: Barcelona. [Documento en Línea]. Disponible: http://www.ibersid.eu/ojs/index.php/scire/article/viewFile/3962/3714[Consulta: 2017, abril 14]
Lakoff, G. y Johnson, M. (2004). Metáforas de la Vida Cotidiana. [Documento en Línea]. Disponible: https://www.textosenlinea.com.ar/academicos/Lakoff%20y%20Johnson%20-%20Metaforas%20de%20la%20vida%20cotidiana%20-%20Seleccion%20de%20Caps.pdf [Consulta: 2017, abril 15]
Martínez F. (2006). La adquisición de conceptos Departamento de Filosofía, Universidad de Granada Donostia. [Documento en Línea]. Disponible: http://www.sc.ehu.es/yfwsemab/2005_2006/Manrique.pdf[Consulta: 2017, abril15]
Medin, D. y Schaffer, M. (1978). Context theory of classification learning. Psychological Review.   [Documento en Línea]. Disponible: http://groups.psych.northwestern.edu/medin/documents/MedinSchaffer1978PsychRev.pdf [Consulta: 2017, abril 15]
Prinz, J. (2002). Empirismo reconsiderado. Trad. Marechal, P. Cambridge: MA, MIT Press
Tomasini, A. (1996). Significado y Denotación. La Polémica Russell-Frege. México: Grupo Editorial Interlínea.

2 comentarios:

  1. Muy buen aporte la información presentada en el blog, me permito agregar además, que el conocimiento se ha definido como un conjunto de referencias adquiridas y compartidas, además, se pueden distinguir dos formas de implementar la adquisición del conocimiento:
    • Por aprendizaje frontal, en el cual se presenta una situación de comunicación unidireccional, donde el conocimiento del maestro se transmite pasivamente al alumno ignorante de recibirla.
    • Por construcción del conocimiento, en el cual se presenta una situación interactiva en la que el alumno se convierte en el sujeto activo del aprendizaje.
    Ejemplo:
    El aprendizaje frontal: Se le pide al estudiante que estar en un estado receptor que ignora - es decir, una concentración mínima de estado que le permite almacenar lo que aprende.
    La construcción del conocimiento: Se pide a los estudiantes intervenir en el proceso de adquisición,
    dejando ser ellos mismos los autores de un nuevo conocimiento.
    Saludos Cordiales.
    Mercedes Castillo

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    1. Comparto el comentario de la compañera Mercedes, el conocimiento tiene fuente de creación desde las teorías propias del ser humano, que se conjugan como creencias y tradiciones, las cuales pueden ser transferidas de generación en generación, como una leyenda, como una historia, pero finalmente es un conocimiento propio de quien vivió la experiencia o quien la acopio como un elemento que también transferido.

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