domingo, 16 de abril de 2017

Concepciones y Paradigmas. Aportes al Conocimiento Científico




     El natural decantamiento histórico del pensamiento humano nos ha aproximado a nuevas dimensiones del quehacer humano que han permitido consolidar una visión interpretativa de la teoría y praxis del conocimiento desde su génesis hasta la actualidad. 
Una aproximación al discurrir histórico de las concepciones científicas nos sitúa en el escenario europeo de principios del siglo XIX y mediados del siglo XX, y conllevaría el análisis documental, revisión de aportes filosóficos y perspectivas epistemológicas que contraponen sus visiones científicas y se corresponden con las necesidades del tiempo histórico en el que surgieron y se desarrollaron. Dar una mirada acuciosa a este recorrer científico significa, posiblemente, hacer un ejercicio de comparativas que nos permita analizar aspectos, motivaciones y las perspectivas modélicas que les inspiraban.
La Europa del siglo XIX abrigó una perspectiva epistemológica que se fundamentó en el racionalismo, el empirismo, el cientificismo y el monismo materialista. Estos enfoques del pensamiento científico, lejos de mantener posturas irreconciliables, coincidieron en concebir una actitud científica y filosófica que, inspirada en las nociones de Descartes sobre el dualismo absoluto entre mente y materia, se sustentó en la constatación y verificación científica de las realidades objeto de estudio, la experiencia sensitiva, la cuantificación estadística de datos y la lógica formal. De esta manera, el positivismo de la mano de autores como Saint-Simón, Auguste Comte, John Stuart Mill y Herbert Spencer, entre otros, consolidó una visión relativista respecto a la realidad de los fenómenos objetos de estudio y, por otra parte, otorgó atributos -de permanente dinamismo- a todo aquello que, en principio, se presentaba como un fenómeno homogéneo e indefinido. 
Este criterio científico sería desarrollado por Auguste Comte, al advertir que el estudio de los fenómenos obedecía a un proceso de diferenciación de sus partes y de elucidación de las manifestaciones que, en consecuencia, son propias a los fenómenos. De esta manera, la concepción positivista se nucleó, filosófica y científicamente, alrededor de una visión evolucionista, empirista, agnóstica y reduccionista para abordar los fenómenos que componen la realidad humana.
Al intentar develar algunos rasgos de la epistemología positivista, y sus consideraciones filosóficas, debemos hacernos a la idea que esta concepción reivindica y reposiciona a la ciencia como único sendero posible para la comprensión de los fenómenos naturales y sociales que bordean la vida humana. Para ello, se consolidó el método científico positivista como único medio cognoscitivo capaz de identificar, describir y solucionar los problemas reales de la humanidad; postura científica que conllevaba el confrontar cualquier visión idealista y espiritualista de la realidad y presuponía considerar a la verificación empírica como único soporte de la racionalidad científica para acceder al conocimiento <<verdadero>> y dar significado a la realidad.
El surgimiento de las ciencias sociales en el siglo XIX, y su alforja de estudios sobre la realidad humana,  provocaron controversias razonables sobre la validez objetiva de adaptar la concepción epistémica y la praxis metodológica de las investigaciones en ciencias naturales en estudios relacionados con las ciencias sociales. Este suceso no es un dato menor, será el desencadenante histórico de la confrontación de dos concepciones científicas. Una de ellas racionalista, determinista y naturalista y la otra, con mayor acento en los significados de la relación sujeto-entorno y de criterio científico contrastable. Esta confrontación epistemológica desabrochó el debate sobre la conveniencia del estudio de la realidad socio-histórica y cultural mediante métodos transpuestos desde las ciencias naturales y exactas.
La atmósfera epocal que nos hace transitar entre los siglos XIX y XX, propició así el surgimiento de cambios paradigmáticos que antagonizaron con los presupuestos de la ciencia tradicional y los métodos de investigación basados en la validación del conocimiento científico mediante la instrumentación mecánica de recursos investigativos más asociados con el ámbito de las ciencias naturales. Esta situación provocó, sin lugar a dudas, el desarrollo de otros tipos de racionalidades, paradigmas y alternativas epistémicas que permitieron la conquista de otros terrenos del conocimiento.
En este contexto, la concepción Postpositivista, alrededor de la cual se nuclearon una serie de pensamientos científicos, representó una zigzagueante línea de cambios respecto a la actitud filosófica y la conveniencia de criterios científicos para abordar el estudio de la realidad. Esta perspectiva científica, que se abre paso hacia finales del siglo XIX y alcanza su cenit en el siglo XX, asume de suya la improbabilidad de alcanzar una comprensión total de los fenómenos, por considerar que la capacidad cognoscitiva y sensorial humana es imperfecta y la naturaleza de los fenómenos, en esencia, está condicionada a múltiples variables; sin embargo, la perspectiva postpositivista condiciona el estudio de los fenómenos de la realidad humana a una especie de objetividad regulada, a la tradición y comunidad crítica y la relación dialógica entre investigador y fenómeno, para aproximarse a la obtención progresiva del conocimiento.
Por otra parte, la concepción postpositivista se desmarca de preconceptos, se deshace de algunos presupuestos heredados y reconoce los límites que impone el propio raciocinio humano, al encarar la situación o fenómeno objeto de estudio bajo criterios de lógica empírica e inducción probabilística. En este orden de ideas, la concepción científica postpositivista propone una línea de investigación en donde la observación se convierte en un instrumento de aproximación al fenómeno objeto de estudio, las hipótesis investigativas se ven despojadas de los prejuicios mentales y, a su vez, esta concepción científica se anima a transitar un recorrido metodológico que permita validar o rechazar los hallazgos investigativos.
Esta nueva estructura del pensamiento científico surge a partir de las obras de autores como Husserl, Webber, Popper, Lakatos y Kuhn; sin embargo, es en los postulados de “La Concepción Científica del Mundo” del Círculo de Viena y en la obra de Ludwig Wittgenstein en donde el postpositivismo comienza a estructurar su postura epistémica, al establecer un orden relacional entre los significados y los contextos donde acaecen los fenómenos. Wittgenstein establece que los significados se forman en las circunstancias que son propias a determinados entornos, por tanto no conservan demarcaciones exactas sino, por el contrario, contextuales.
Atendiendo a estas consideraciones, la perspectiva postpositivista se centra preferentemente en el sujeto y en el estudio del fenómeno en el marco de aquellos intereses, valores, actitudes y creencias que son propios a los actores que participan de la realidad estudiada.
Esta es una diferencia sustancial entre el Positivismo y el Postpositivismo, pues en el ámbito postpositivista se hace imperante la interacción dialéctica entre el investigador y el fenómeno objeto de estudio, para poder aproximarse al conocimiento. En otras palabras, se valoran todos aquellos aspectos, incluso al investigador, en tanto son elementos que construyen una realidad y se distancia -el postpositivismo- de la visión escolástica positivista cuyos fundamentos se basaron en nociones más periféricas de la realidad humana y sus fenómenos.


Hacia la coda final de esta narrativa, nos aproximamos a un constructo: todos los fenómenos del mundo físico y metafísico están colmados de significados y, en función de esta condición natural, justifican por sí mismos, cualquier intencionalidad investigativa para aproximarse a la comprensión de la realidad humana.  











REFERENCIAS

Briones, G. (1996). Epistemología de las Ciencias Sociales. Bogotá: ICFES. Epistemología: El Postpositivismo. (2015). Disponible: https://gabinetefilosofiapracticamsn.wordpress.com/2015/01/30/epistemologia-el-post-positivismo/ [Consulta: 2017, abril 15]

Kolakowski, L. (1981). La Filosofía Positivista. Madrid: Cátedra.

Lenoci, M. (s/f)  Neopositivismo y filosofía analítica. Disponible: http://www.mercaba.org/VocTEO/N/neopositivismo.htm [Consulta: 2017, abril 16]

Martínez Miguélez, M. (1999). La nueva ciencia: su desafío, lógica y método. México: Trillas.
 

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