El natural decantamiento histórico del pensamiento humano nos ha aproximado a nuevas dimensiones del quehacer humano que han permitido consolidar una visión interpretativa de la teoría y praxis del conocimiento desde su génesis hasta la actualidad.
Una aproximación al discurrir histórico
de las concepciones científicas nos sitúa en el
escenario europeo de principios del siglo XIX y mediados del siglo XX, y
conllevaría el análisis documental, revisión de aportes filosóficos y perspectivas
epistemológicas que contraponen sus visiones científicas y se corresponden
con las necesidades del tiempo histórico en el que surgieron y se desarrollaron. Dar una mirada acuciosa a este
recorrer científico significa, posiblemente, hacer un ejercicio de comparativas
que nos permita analizar aspectos, motivaciones y las perspectivas modélicas
que les inspiraban.
La Europa del siglo XIX abrigó una
perspectiva epistemológica que se fundamentó en el racionalismo, el empirismo,
el cientificismo y el monismo materialista. Estos enfoques del pensamiento
científico, lejos de mantener posturas irreconciliables, coincidieron en
concebir una actitud científica y filosófica que, inspirada en las nociones de
Descartes sobre el dualismo absoluto entre mente y materia, se sustentó en la
constatación y verificación científica de las realidades objeto de estudio, la experiencia sensitiva, la cuantificación estadística de
datos y la lógica formal. De esta manera, el positivismo de la mano de
autores como Saint-Simón, Auguste Comte, John Stuart
Mill y Herbert Spencer, entre otros, consolidó una visión relativista respecto
a la realidad de los fenómenos objetos de estudio y, por otra parte, otorgó
atributos -de permanente dinamismo- a todo aquello que, en principio, se
presentaba como un fenómeno homogéneo e indefinido.
Este criterio científico sería desarrollado
por Auguste Comte, al advertir que el estudio de los fenómenos obedecía a un
proceso de diferenciación de sus partes y de elucidación de las
manifestaciones que, en consecuencia, son propias a los fenómenos. De
esta manera, la concepción positivista se nucleó, filosófica y científicamente,
alrededor de una visión evolucionista, empirista, agnóstica y reduccionista
para abordar los fenómenos que componen la realidad humana.
Al intentar develar algunos rasgos
de la epistemología positivista, y sus consideraciones filosóficas, debemos
hacernos a la idea que esta concepción reivindica y reposiciona a la ciencia
como único sendero posible para la comprensión de los fenómenos naturales y
sociales que bordean la vida humana. Para ello, se consolidó el método
científico positivista como único medio cognoscitivo capaz de identificar,
describir y solucionar los problemas reales de la humanidad; postura científica
que conllevaba el confrontar cualquier visión idealista y espiritualista de la
realidad y presuponía considerar a la verificación empírica como único soporte de
la racionalidad científica para acceder al conocimiento <<verdadero>> y dar
significado a la realidad.
El
surgimiento de las ciencias sociales en el siglo XIX, y su alforja de estudios
sobre la realidad humana, provocaron
controversias razonables sobre la validez objetiva de adaptar la concepción
epistémica y la praxis metodológica de las investigaciones en ciencias naturales
en estudios relacionados con las ciencias sociales. Este suceso no es un dato
menor, será el desencadenante histórico de la confrontación de dos concepciones
científicas. Una de ellas racionalista, determinista y naturalista y la otra,
con mayor acento en los significados de la relación sujeto-entorno y de
criterio científico contrastable. Esta confrontación epistemológica desabrochó
el debate sobre la conveniencia del estudio de la realidad socio-histórica y
cultural mediante métodos transpuestos desde las ciencias naturales y exactas.
La atmósfera
epocal que nos hace transitar entre los siglos XIX y XX, propició así el
surgimiento de cambios paradigmáticos que antagonizaron con los presupuestos de
la ciencia tradicional y los métodos de investigación basados en la validación
del conocimiento científico mediante la instrumentación mecánica de recursos
investigativos más asociados con el ámbito de las ciencias naturales. Esta
situación provocó, sin lugar a dudas, el desarrollo de otros tipos de
racionalidades, paradigmas y alternativas epistémicas que permitieron la conquista de otros
terrenos del conocimiento.
En este contexto, la concepción Postpositivista,
alrededor de la cual se nuclearon una serie de pensamientos científicos, representó
una zigzagueante línea de cambios respecto a la actitud filosófica y la
conveniencia de criterios científicos para abordar el estudio de la realidad. Esta
perspectiva científica, que se abre paso hacia finales del siglo XIX y alcanza
su cenit en el siglo XX, asume de suya la improbabilidad de alcanzar una comprensión
total de los fenómenos, por considerar que la capacidad cognoscitiva y
sensorial humana es imperfecta y la naturaleza de los fenómenos, en esencia, está
condicionada a múltiples variables; sin embargo, la perspectiva postpositivista
condiciona el estudio de los fenómenos de la realidad humana a una especie de objetividad
regulada, a la tradición y comunidad crítica y la relación dialógica entre
investigador y fenómeno, para aproximarse a la obtención progresiva del
conocimiento.
Por otra parte, la concepción
postpositivista se desmarca de preconceptos, se deshace de algunos presupuestos
heredados y reconoce los límites que impone el propio raciocinio humano, al
encarar la situación o fenómeno objeto de estudio bajo criterios de lógica
empírica e inducción probabilística. En este orden de ideas, la concepción científica
postpositivista propone una línea de investigación en donde la observación se
convierte en un instrumento de aproximación al fenómeno objeto de estudio, las
hipótesis investigativas se ven despojadas de los prejuicios mentales y, a su
vez, esta concepción científica se anima a transitar un recorrido metodológico que
permita validar o rechazar los hallazgos investigativos.
Esta nueva estructura del
pensamiento científico surge a partir de las obras de autores como Husserl,
Webber, Popper, Lakatos y Kuhn; sin embargo, es en los postulados de “La
Concepción Científica del Mundo” del Círculo de Viena y en
la obra de Ludwig Wittgenstein en donde el
postpositivismo comienza a estructurar su postura epistémica, al establecer un
orden relacional entre los significados y los contextos donde acaecen los
fenómenos. Wittgenstein establece que los significados se forman en las
circunstancias que son propias a determinados entornos, por tanto no conservan
demarcaciones exactas sino, por el contrario, contextuales.
Atendiendo a estas
consideraciones, la perspectiva postpositivista se
centra preferentemente en el sujeto y en el estudio del fenómeno en el marco de
aquellos intereses, valores, actitudes y creencias que son propios a los
actores que participan de la realidad estudiada.
Esta es una diferencia sustancial
entre el Positivismo y el Postpositivismo, pues en el ámbito postpositivista se
hace imperante la interacción dialéctica entre el investigador y el fenómeno
objeto de estudio, para poder aproximarse al conocimiento. En otras palabras,
se valoran todos aquellos aspectos, incluso al investigador, en tanto son
elementos que construyen una realidad y se distancia -el postpositivismo- de la
visión escolástica positivista cuyos fundamentos se basaron en nociones más
periféricas de la realidad humana y sus fenómenos.
Hacia la coda final de esta narrativa, nos aproximamos a un constructo: todos los fenómenos del mundo físico y metafísico están colmados de significados y, en función de esta condición natural, justifican por sí mismos, cualquier intencionalidad investigativa para aproximarse a la comprensión de la realidad humana.
REFERENCIAS
Briones, G.
(1996). Epistemología de las Ciencias
Sociales. Bogotá: ICFES. Epistemología: El Postpositivismo. (2015). Disponible: https://gabinetefilosofiapracticamsn.wordpress.com/2015/01/30/epistemologia-el-post-positivismo/
[Consulta: 2017, abril 15]
Kolakowski, L.
(1981). La Filosofía Positivista.
Madrid: Cátedra.
Lenoci, M.
(s/f) Neopositivismo y filosofía
analítica. Disponible: http://www.mercaba.org/VocTEO/N/neopositivismo.htm
[Consulta: 2017, abril 16]
Martínez Miguélez, M. (1999). La nueva ciencia: su desafío, lógica y método. México: Trillas.
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